Os diré que nací en Barcelona, un 6 de mayo de 1980 y me
bautizaron bajo el nombre de Elisa. Sin embargo, siempre me han llamado Lisi,
ya que quizá mi nombre original sonaba demasiado para una niña pequeña y pecosa
como yo. Dicen que estuve varios años sin reír pues parecía que no entendía muy
bien de que iba todo esto. A partir de los tres empecé a enseñar mis dientes y
en la actualidad siempre busco la ocasión para pasarlo bien y sacarle el máximo
jugo a la vida. Mi padre, Ángel, periodista, me ha inculcado unos valores
extraordinarios y mi madre, Ana, diseñadora y empresaria, es la persona más buena,
luchadora y con sentido del humor que he conocido. Tengo una hermana mayor, que
también se llama Ana y a parte de haber cuidado de mí y despertarme la pasión
por la cocina, encomendándome la tarea de pinche cuando mis padres se
ausentaban, ha sido y es una madre coraje. ¿De quien? de Carlota, la debilidad
de la familia y un pequeño diamante en bruto que con solo nueve años ya inventa
historias para los futuros guiones de su tía, lo cual, como es lógico, me
enamora. Vivo en pareja + 1. Mi chico Javier con el que quiero pasar el resto
de mi vida a su lado y nuestra gata Sika.
Soy una soñadora nata. Imagino y me pregunto a que me quiero
dedicar desde que era niña y como no he conseguido nunca una profesión que lo
englobe todo, me he convertido en la mujer de las mil facetas. He dirigido una
película y trabajado como azafata en un stand en un centro comercial en menos
de un año de diferencia y ahora, mientras escribo este blog para hablaros de
mis proyectos cinematográficos, me empleo por las mañanas a caballo entre el taller
y la tienda de trajes de baño de mi madre.
Todo empezó (no os preocupéis que no es muy largo…) cuando
después de estudiar el primer año de derecho cambié a periodismo y después de
terminar la carrera y ejercer en distintos medios tales como una televisión
local, una cadena musical, un periódico deportivo y varias revistas de motor, quise abrir una agencia
de modelos. Tenía 23 años y lo hice porque no quería depender de nadie y así
entre nosotros, porque no soportaba recibir órdenes. Y ¿por qué modelos? Mis
razones son tan disparatadas que mejor os lo cuento en otro capítulo. Pero os
adelanto que terminé teniendo dos secretarios que me acompañaban a todas partes
por la ciudad de Nueva York y siendo la musa de un pintor. No es mentira, nada
de lo que os cuente lo será.
Aquellos años fueron gloriosos. Tuve modelos trabajando para
algunas de las firmas más importantes a nivel nacional y también en el
extranjero, lo que me permitió viajar y hacer fotos, otra de mis pasiones, por
prácticamente todos los continentes del mundo. El primero fue Asia,
concretamente India, pero ahí fui poco antes de fundar la agencia. Gracias al
programa “La noche abierta” de televisión española en el que gané un premio por
resumir, según Joaquín Sabina, su vida en una frase con más razón que el resto
de los concursantes.
Así es mi vida y así quiero vivirla. Voy en moto pero a veces cojo el autobús simplemente porque me
gusta sentarme a pensar mientras observo lo que ocurre a mi alrededor.
Pero volviendo a lo de antes, tres años después de abrir
aquel despacho en el que ocurrieron cosas fascinantes como conocer a Virginia,
mi mano derecha con la que nos disfrazábamos de expertas para lograr imposibles,
sentí que no quería dedicarme a eso toda la vida. Vendí mi empresa y me apunté
a una escuela de cine para estudiar interpretación. Pensé que alguien como yo
que un día quiere ser médico, otro detective, otro femme fatale y en ocasiones
madre de 8 hijos adoptados, lo mejor era que tuviera un empleo que me permitiera
cubrirlo todo.
Mientras estudiaba, un profesor me ofreció presentar un
programa en Canal Latino y lo hice. Entrevistamos a eminencias en el mundo
latino y conseguí un papel protagonista en una obra de teatro, pero sobre todo
lo pasamos muy bien.
Ya tenía 27 años y si quería avanzar en aquel terreno tenía
que ir a por todas. Me fui a Los Ángeles y estudié un curso de interpretación
para cine en la New York Film Academy de Hollywood y fui elegida para actuar en
varios cortometrajes dirigidos por estudiantes.
Regresé y pensé que el siguiente paso lógico debía ser ir a la
capital, Madrid. La meca en España del cine y la televisión. Pero no fue fácil.
Fui a ver a una agente y me dijo que no tenía nada. Sólo un par de
cortometrajes sin editar y que tenía que empezar haciendo anuncios para darme a
conocer.
Os seré sincera, esperar de dos a cinco horas para decir una
frase con el añadido que personalmente me provoca más vergüenza presentarme a un
casting, que actuar delante de 200 personas en un teatro, mandó mis
expectativas al garete.
Como tampoco quería volver y no sabía que hacer, me dediqué a
trabajar para vivir y a salir. Estuve entre otros sitios en un restaurante, en
un centro de fitness y alquilé un local con derecho a vivienda en el que empecé
a vender, coincidiendo con la temporada de verano, los trajes de baño que
diseña mi madre.
Conocí a mucha gente pero no me atrevía a decir en voz alta
que era actriz porque ni me sentía con ese derecho y porque en mis adentros tampoco
creía que lo fuera.
Cuando terminó la temporada de verano cambie la moda por los
muebles. Muebles de la calle que aprendí a restaurar y me dio para vivir unos
meses más. Todo no se podía, quería quedarme en
Madrid y buscar un empleo fijo acabaría con mis ilusiones.
De pronto se me ocurrió una idea, era la época que empezaban
a emitir “españoles en el mundo” y con tanto extranjero en la ciudad pensé que
sería una buena idea hacerme con una cámara y grabar sus vidas. Lo mismo pero
al revés. De hecho tampoco fue tan mal idea porque luego lo vi en televisión… Creé
un blog siguiendo los pasos que encontré en un libro y subí los videos, la
página se llamaba “Forasterostv”. Paralelamente di clases de interpretación
según el método que aprendí en Estados Unidos y también de catalán. Pero como
ni una cosa ni la otra me sacaron del bache lo dejé.
Estaba en las últimas. Me invitaban a muchos sitios y tenía
una vida social interesante pero no me sentía realizada. Entonces llegó a mis
manos el guion de una película. No para que yo la interpretara, simplemente
llegó.
Lo leí y esa misma noche empecé a escribir el mío. El reloj
marcó las 6 de la mañana y ya tenía desarrolladas 90 páginas. Descubrí mi
talento o por lo menos mi pasión. Inventar historias, plasmar en unas hojas
todas las cosas que se me ocurren a lo largo del día.
Y eso hice pero mientras, como os explicaba al principio de
esta historia, lo compaginaba trabajado como azafata en distintos sitios. El
último, un stand de cerveza en un centro comercial. No lo critico, que conste,
además fue halagador para mí que me eligieran, ya que la mayoría de mis
compañeras tenían 10 años menos que yo. Pero de pronto recibí un golpe de
suerte y me llamaron para presentar un tutorial en internet para Repsol y
paralelamente me ficharon en uno de los canales que ha creado más controversia
en la televisión, Intereconomía, como presentadora. Duró unos meses pero ahí
empezó mi última fase en Madrid.
Terminé el guion y conseguí una productora que me produjo un “teaser”,
para el que no lo sepa es un tráiler que se hace antes de rodar la película y después
lo envié a productoras más grandes que pudieran llevar a cabo la película.
No resultó. No era la manera y además la palabra paciencia
estaba empezando a desaparecer de mi memoria.
La experiencia de grabar el “teaser” fue de lo más
enriquecedor que he hecho en mi vida. Lo dirigí y actué pero sobre todo lo que
ocurrió en mí fue lo que me ha llevado hasta aquí.
Volví a Barcelona porque lo empezaba a echar de menos a
rabiar y decidí hacer la película por mi cuenta. De hecho lo decidí justo antes
de dirigirme a la estación y otorgarme un delicioso bocadillo de jamón en un
conocido bar llamado “Jose Luis”. Abrí una revista y encontré una cita que
incluso recorté y guardé. Tan bien que a día de hoy no se donde está, pero
decía algo así como “estoy dispuesto a cumplir mis metas aunque eso me lleve a
la muerte porque muerto estaría igual si no fuera a por ellas”. Eran palabras
de un alpinista, en mi caso no había tanto riesgo, pero entenderéis la
metáfora. Pensé que aquello había llegado a mí por algo y en cuanto entré a mi hogar,
se lo dije a todo el mundo. Así ya no me podría echar atrás. Contacté con gente
que había conocido a lo largo de mi vida y me lancé junto a la persona que más
me ha podido ayudar en todo esto. No sólo como co-productora si no como amiga
incondicional que lucha a mi lado día a día para que el proyecto se convierta
en realidad, ella es Carolina.
“Las puertas del cielo” es el título de mi primer largometraje
el cual he tenido el placer de escribir, dirigir, protagonizar y co-producir.
En estos momentos se encuentra en la última fase de posproducción, pero muy
pronto os informaremos de la fecha del pre- estreno y de dónde y cuándo podréis
verlo. De momento todo lo relacionado con la película: sinopsis, cómo lo
estamos produciendo, actores y en breve tráiler, lo tenéis en esta página.
Y en www.anikimaproductions.com
los siguientes proyectos como productora y….¡ todos los servicios que
ofrecemos!
Para terminar también os quiero hablar de “La trufa Blanca”
novela que he realizado después de todas mis andanzas. Éstas y la última, el “Bar
Capricho”, que abrió sus puertas con el fin de tener un plan B a todo esto y
del que ya me he desprendido porque creo que pronto voy a ver la luz del final
del camino. No es que me vaya a morir, ya me entendéis…
En la siguiente web www.latrufablancabook.blogspot.com que lanzaré en breve, encontraréis
de qué trata y todo lo de más. Si os gusta sólo os pido que entréis de vez en
cuando para que del mismo modo que con “Las puertas del cielo” os pueda
comunicar cuando la publicaré.
Al final sí me he alargado bastante y eso que he dejado cosas
en el tintero como que fui chica Coca Cola, planché camisas en el showroom de Valentino,
colaboré en un programa de radio en Onda Cero ó presenté una Gala Benéfica para
la Fundación Vicente Ferrer… pero todo no se puede desvelar, porque si no el
misterio se termina.
Ha sido un placer compartir este ratito con vosotros. Gracias
y hasta pronto,